viernes, 13 de abril de 2012

 
     Subo al barco y en ese momento me doy cuenta de que el destino ya no está en mis manos. Me siento a mirar las estrellas e imagino que sabrán a donde vamos, o que al menos iluminarán el camino para irlo descubriendo. El mar vestido de negro se abraza del cielo que duerme. Nada parece pasar y sin embargo el corazón sabe que el suave movimiento que nos arrulla, tal vez esconde el sueño de llegar a esa otra orilla.
 
Kikey (M.T.)

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