viernes, 5 de octubre de 2018




EL OTOÑO DE COLORES DE VERMONT, SE LLEVÓ A MARIO esta mañana, lo tomó para sí, para siempre, para que descanse su cuerpo y su alma pueda seguir volando y bailando.

En 1990 nos vimos a lo lejos en la facultad de Lenguas y letras, nos presentaron y ese día nos hicimos amigos para siempre.
Compartimos Querétaro y sus alrededores, hicimos mil reuniones con amigos, siempre abrazándonos y muriéndonos de risa. Se fue a vivir a Vermont en 1994 y luego luego en 1995 fui a visitarlo y así nos comenzó una historia preciosa de paisajes, amigos, alumnos, lecturas, fotos, almuerzos, pláticas, cenas, abrazos y risas. Conocí a gente entrañable gracias a él, visité lugares increíbles gracias a él, compartimos nuestra pasión por la enseñanza y todo nos maravillaba, a él todo le maravillaba, era un disfrutador de tiempo completo. 

Un día después de un tiempo de no estar en contacto platicamos y me dije oír su voz es un regalo. verlo es un regalo.

Cada que nos rencontrábamos después de algún tiempo de distancia, nos abrazábamos y sentíamos el gran cariño y la hermosa historia que escribimos.
La vida es complicada y a veces no estuvimos tan cerca como hubiera sido bueno, pero más allá de saber que Mario estaba ahí y que eventualmente nos encontraríamos, me gustaba saberlo feliz, disfrutando con Mark, sabiendo que viajaba, que pintaba, que hacía quilts, que salía a disfrutar el paisaje, que se tomaba una copita, que oía música, que daba clase.
Ya se sabe que la vida se acaba así, cuando se tiene que acabar, pero por lo pronto, hay que lidiar con este desconcierto,con esta pena y con las ganas que tengo de patalear hasta que ésto no sea cierto y pueda ir pronto a verlo y a que como siempre disfrutemos juntos la vida.