viernes, 30 de septiembre de 2016

    Mi hermana de pequeña le dijo un día a mi madre que se había enterado que el ratoncito Pérez eran los padres. Como venganza, cuando se le cayó un diente mi madre le puso una goma de borrar debajo de la almohada. Mi hermana amaneció al día siguiente llorando y dirigiéndose a mi madre le gritó: -¡Pues prefería cuando no eran ustedes*!


del blog de lachicadelosbotones
"Los padres mienten"

* (adaptado del original donde dice: no erais vosotros)

miércoles, 28 de septiembre de 2016






Danzante en el Barrio de la Cruz
Querétaro, Qro. México.
14 de septiembre 2016


"Me parece admirable la capacidad que han tenido los indígenas de las Américas en perpetuar una memoria que fue quemada, castigada, ahorcada, despreciada durante cinco siglos. Y la humanidad entera tiene que estarle muy agradecida, porque gracias a esa porfiada memoria sabemos que la tierra puede ser sagrada, que somos parte de la naturaleza, que la naturaleza no termina en nosotros. Que hay posibilidades de organizar la vida colectiva, formas comunitarias que no están basadas en el dinero. Que la competencia contra el prójimo no es inevitable y que el prójimo puede ser algo mucho más que un competidor". 




Eduardo Galeano

martes, 27 de septiembre de 2016



Recordando al querido Hugo, 
a un año de su partida


Para todos tiene la muerte una mirada.


Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.
Será como abandonar un vicio,

como escuchar unos labios cerrados.
 


César Pavese
Versión de Carles José i Solsora
Pobre corazón sobresaltado,
en un tiempo lejano eras el alba.


Cesar Pavese
Versión de Carles José i Solsora

miércoles, 21 de septiembre de 2016

Yo no puedo ser siempre el mismo, ni se lo exijo a la poesía. Lo único que le exijo es que exista: oscura, clara, racional, metafísica, danzarina, contemplativa, que hable sobre el mundo en el que vivo, el real, el imaginado, el efímero, el peligroso, el posible, el imposible, el que existe.  Y sé que la poesía siempre existirá también, con  todas sus máscaras, todos sus nombres y sus formas, todos sus poetas y sus lectores, como un elemento de la naturaleza.

Cees Nooteboom
Tr. Claudia Cabrera
________________

viernes, 9 de septiembre de 2016


Todas estas margaritas hechas pedazos 

y todavía no lo sé




Marcia Trejo (Kikey)

Todas estas margaritas hechas pedazos 

y todavía no lo sé




Marcia Trejo (Kikey)

miércoles, 7 de septiembre de 2016


Tengo más almas que una.
Hay más yos que yo mismo.
No obstante, existo.
Indiferente a todos.
Los hago callar: yo hablo.


Los impulsos cruzados
De cuanto siento o no siento
Disputan en quien soy.


Fernando Pessoa
_______________________

ASÍ, DE ESTA MANERA



162 besos, beso arriba, beso abajo
era lo que medía su cuerpo.
La medía para abarcarla de alguna manera,
porque lo que sentía a su lado
era imposible de concretar.

No es que la quisiera mucho,
no es eso, es difícil de explicar.

Yo la quería cien maratones,
la quería nueve océanos,
la quería doce toneladas de veces.

La quería como a las cosas que has perdido,
así, tanto, del todo.
La quería del todo.
En mi idioma y en todos los dialectos
que hablan las espaldas más rizadas del planeta.

La quería en bucle
como las canciones que nunca cansan,
esas que te salvan la vida
cuando no hay otro tablón al que agarrarse.

La quería ocho cordilleras, la quería un Himalaya, 
la quería sin reservas,         sin hucha,
sin ahorrar nada para luego.

La quería desde la punta del derroche
hasta la letra "n" con que hace su última pirueta
la palabra absolución.

La quería así, cinco patrias, 
doce mil palomas de la paz, 
seis trillones de delfines.

La quería mil silencios
y en todos los veinte continentes
la quería vestida de beso,   de espuma,    de estrofa,
vestida de ahora,      de luego,        de antes,
y cuando llenaba su cantimplora
con dos gotas del mar de Saturno
para emborracharnos de par en par.

Así la quería, así la quise, de tal manera.

Por eso no puedo llegar a explicarme,
ni paro de preguntarme
cómo demonios pudo ocurrir un día,
cómo diablos dejé de hacerlo.





Marwan

martes, 6 de septiembre de 2016

CARPE DIEM
Por Óscar dela Borbolla

En los últimos años he pasado, a propósito de mi conciencia de finitud, de un nivel que podría denominarse libresco a uno crudamente vivencial. La muerte, que en mi adolescencia fue un sobresalto y un dolor incomprensibles, se convirtió, con el paso de los muertos, en una actividad profesional: en el tema de mis reflexiones, de mis estudios, de mis escritos; con todo, no sé si es por mi edad o por la acumulación de cadáveres de prójimos muy íntimos, o por los naufragios personales -ya demasiados a estas horas- y que me han forzado a arriar mis sueños y navegar sin rumbo, o por todo esto y más, que la frase latinacarpe diem (aprovecha el instante) hoy se esparce como una ampolla de perfume que hubiera reventado para impregnarlo todo.
Carpe diem porque no hay, ni queda, ni habrá más que este instante en fuga permanente que me lleva, como a todo lo que existe, contra el muro que llamamos muerte, y que no me dejará pasar más adelante. Carpe diem porque es imbécil querer sostener lo insostenible, alcanzar lo inalcanzable y reconciliar lo irreconciliable; carpe diem porque ahora no hay más que este aquí y aquí no hay más que este ahora. Carpe diem porque por fin entiendo no la vida como un proyecto con su correspondiente sacrificio, sino como este instante que pasa por mis manos como una cuerda hiriente a la que suelto para que siga su camino mientras que yo me hundo.
Me hundo es un decir: la arena movediza donde estamos parados no nos traga de golpe; vamos y venimos por los días y los años sin plazo fijo y, eso sí, en cualquier momento el pantano se abre y nos engulle. Este es todo el asunto; pero es un asunto de tal envergadura que vuelve banales las cuitas y los triunfos, los propósitos de hondo calado y las semanas infecundas. Da enteramente igual y, por ello, carpe diem, pues siempre dejaremos una obra a medias, una conversación a medias, una amenaza sin cumplir.
Aprovecho el instante. ¿Qué otra cosa me ha ofrecido la vida sino instantes a los que mi necedad quiso ver hilados, concatenados, escalonados para llegar a algo? No había más que momentos aislados, sin relación los unos con los otros: momento únicos que el surtidor del tiempo iba disparando aquí y allá sin ton ni son y, con todo, me sostuve: escribí libros, logré entender algunas cosas, compartí mi tiempo creyendo que lo estaba invirtiendo para, un día, volver por él y recuperarlo, como si el tiempo fuera dinero ahorrado en un banco. Pero no había banco de tiempo ni inversiones buenas o malas; no había más que instantes que derroché en una cosa u otra.
 En una cosa u otra se va el tiempo y, por eso, carpe diem lo que me quede.