domingo, 14 de abril de 2024


"Escuela con luna"

En las noches claras,
resuelvo el problema de la soledad del ser.
Invito a la luna y con mi sombra somos tres.


Gloria Fuentes

domingo, 17 de marzo de 2024

 LAS COMILLAS 

Cuando decimos una frase de otro “sacamos sus trapitos al sol”, por eso las comillas se parecen a las pinzas con las que detenemos la ropa en el alambre del tendedero. Las comillas detienen por los hombros estas frases que pertenecen al discurso de otro; tienen que detenerlas porque, si no, se irían, regresarían a donde pertenecen; en donde estarían más cómodas sin esos ganchitos pellizcándoles el alma; donde podrían fluir sin detenerse. Las comillas nos salvan de la locura; nos protegen de la pérdida de identidad. Sin ellas, confundiríamos a la persona con el personaje y andaríamos por el mundo repitiendo frases de Moliere, creyendo que surgieron de nuestro ronco pecho. Pensaría que a mí se me ocurrió esa idea heideggeriena o que usted acuñó por primera vez un refrán popular. Como quien dice, porque las comillas siempre son “como quien dice”, creeríamos que descubrimos el hilo negro. Pero las comillas nos regresan a nuestra mediocre realidad y alivian esa tendencia que tenemos los seres humanos a ser impostores; las comillas nos permiten, si acaso, impostar la voz y decir la frase con tono operístico, o simplemente en otro tono, porque está oído que las comillas cambian el tono musical, así que de alguna manera satisfacen esa necesidad histriónica de convertirse en otro, pero sin disolver los límites del Yo. Las comillas son sutiles, maliciosas, irónicas. Salpican por los dos lados de picardía a la palabra. Con sus deditos juguetones hacen el ademán para que el lector sepa que eso que se dice no es eso que se dice. O que se dice, sí, pero que existe otro sentido atrás, que no se dice, y que tal vez es un sentido contrario. O sea que las comillas hacen presente un discurso secreto. Con sus ganchitos nos indican que esa palabra es un telón que descorrer, y que detrás está la verdadera.


Carmen Villoro

jueves, 29 de febrero de 2024

  BORDADO

El fuego del relámpago
borda el camino de los dioses,
hilos de lluvia forjan el huipil de ancho plumaje
en la casa de los telares.

En el brocado extenso de los ríos
se tejen símbolos, monstruos y flores,
ranas con cuerpo de rombos, navegan a los puntos cardinales.

Nombran a la mujer de barro,
tejedora de sueños y grecas del universo.


Antonio Guzmán Gómez
Poeta Tseltal
Todas las reaccione

sábado, 17 de febrero de 2024

 No es un tema específico de nuestro tiempo. Ya hace dos mil años Séneca dedicó su ensayo “La brevedad de la vida” a reflexionar sobre una forma de vivir marcada por el ajetreo, la dispersión y la vanidad. Al leerlo entendemos que, después de todo, un atareado habitante de la antigua Roma no es tan diferente de nosotros.



Irene Vallejo

Había una vez una vaca

en la quebrada de Humahuaca
como era muy vieja, muy vieja
estaba sorda de una oreja
y a pesar de que ya era abuela
un día quiso ir a la escuela
se puso unos zapatos rojos
guantes de tul y un par de anteojos
la vio la maestra asustada
y dijo: "estás equivocada"
y la vaca le respondió
"¿Por qué no puedo estudiar yo?"
La vaca vestida de blanco
se acomodó en el primer banco
los chicos tirábamos tiza
y nos moríamos de risa
la gente se fue muy curiosa
a ver a la vaca estudiosa
la gente llegaba en camiones
en bicicletas y en aviones
y como el bochinche aumentaba
en la escuela, nadie estudiaba.
La vaca de pie en un rincón
rumiaba sola la lección.
Un día toditos los chicos
nos convertimos en borricos
y en ese lugar de Humahuaca
la única sabia fue la vaca
Y en ese lugar de Humahuaca
La única sabia fue la vaca.


María Elena Walsh
La vaca estudiosa


 La belleza del fuego en Pizzería VICANA