miércoles, 19 de mayo de 2010

No me llames extranjero
porque haya nacido lejos
o porque tenga otro nombre la tierra
de donde vengo.

No me llames extranjero
porque fue distinto el seno
o porque acunó mi infancia
otro idioma de los cuentos.

No me llames extranjero
ni pienses de dónde vengo.
Mejor saber dónde vamos,
a dónde nos lleva el tiempo.

No me llames extranjero
porque tu pan y tu fuego calman
mi hambre y mi frío
y me cobija tu techo.

No me llames extranjero.
Tu trigo es como mi trigo,
tu mano como la mía,
tu fuego como mi fuego,
y el hambre no avisa nunca,
vive cambiando de dueño.

Si siempre quedan iguales
en el adiós los pañuelos
y las pupilas borrosas
de los que dejamos lejos
los amigos que nos nombran
y son iguales los besos
y el amor de la que sueña
con el día del regreso.

No, no me llames extranjero.

No me llames extranjero,
que es una palabra triste,
que es una palabra helada,
huele a olvido y a destierro.

No me llames extranjero.
Mírame bien a los ojos
mucho más allá del odio,
del egoísmo y el miedo,
y verás que soy persona.

NO PUEDO SER EXTRANJERO.



Rafel Amor y Alberto Cortez.
("No me llames extranjero" fragmentos)
.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me encanta este poema, todo lo que dice y lo que subyace.