miércoles, 20 de abril de 2016


Los problemas son como los mosquitos. Durante el día se esconden en la oscuridad del clóset, pero en la noche salen, cuando el bullicio cede su lugar al pensamiento. Inician su vuelo impredecible, dibujan en el aire rutas de ansiedad. Su zumbido es un recordatorio; su aguijón capaz de atravesar tu sueño. No hay repelente, veneno que aniquile a estos insectos. Han de dejar su roncha, su toxina, su comezón ardiente, mientras no te decidas a darles un almohadazo.


Carmen Villoro

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