sábado, 14 de marzo de 2015



Se quitó el traje de conejo y lo tendió en el arbusto.
La voz de conejo la dejó en la mesita de centro.
Se dio cuenta de que tenía unos pensamientos de conejo y volvió a la sala para meterlos en un cajoncito.
Convertido en otro salió y echó a andar por la orilla del camino.
Estaba cansado de vivir sólo en la imaginación, estaba harto de ser el esponjado conejito en el que ella pensaba cuando tenía miedo.
Se fue pero no iba muy lejos cuando ella salió a buscarlo. Llena de lágrimas llegó hasta donde el otrora conejo iba caminando. Por supuesto no lo reconoció, así que miró para todos lados con tristeza y caminó solitaria de regreso a la casa.

El conejo que ya no era conejo lamentó mucho que ella no lo abrazara, le dolió verla triste y no poderla consolar.


Supo que en la vida las cosas son mucho más difíciles y añoró aquellos días en los que sólo vivía en la imaginación.


 

 
 Marcia Trejo
 9 de septiembre de 2007

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