sábado, 14 de marzo de 2015

CUENTO 

Conocí a Silverio una tarde en que llovía a cántaros. De la farmacia a mi coche había un toldo que podía salvarme de quedar hecha sopa, entonces corrí y me resguardé. Silverio venía corriendo y descansó sus pasos también bajo el toldo verde.
 Como en esos encuentros uno, o de plano no dice nada y nada más sonríe, o empieza a decir tontería y media, me sorprendió que Silverio me mirara y se quedara serio, no enojado, no triste, no amenazante, nada más serio y luego dijo: Te pareces a ella.
Como ahí no había ninguna ella, pregunté “a quién?”, y él se quedó callado como si la estuviera viendo y no pudiera creerlo.
Los segundos o minutos que pasaron construyeron un puente que conectaba mi pensamiento a su mirada y ahí estuvimos transitando el puente por un rato.
Llovía muy fuerte, pero mi carro estaba cerca y decidí irme, le dije entre dientes, bueno..mm..m... no para... mmm pero...me voy y apreté el paso.
Mientras me alejaba él grito mi nombre, me paré en seco, pero la lluvia en mi espalda me empujo al coche, entonces caminé rápido y antes de subir escuché que gritaba “Soy Silverio!!”.
¿Por qué sabía mi nombre?, mientras manejaba trataba de encontrar la conexión, podría saber de mí por cualquier casualidad, pero ¿yo lo conocía?
Al llear a mi casa tomé un baño caliente y me acosté, pensaba en él y continuaba buscando la respuesta. Como me distraje con ese pensamiento no tomé el medicxamento, que todavía descansaba en la caja cerrada dentro de la pequeña bolsa.
Estaba dormida y el ruido de la puerta me despertó. Abrí los ojos, bajé de la cama y me asomé por el barandal de la escalera. Era Silverio, subiendo como si conociera perfectamente la casa, tenía otra ropa, tenía un portafolios, tenía una cara de tranquilidad y cansancio, y también una cara de amor.
Él parecía no darse cuenta de que yo estaba completamente confundida, entonces me dio un beso y me preguntó si había tomado el medicamento.
Aunque yo sabía que no lo conocía, -bueno, que acababa de conocerlo-, tampoco podía asustarme, correrlo o gritar, porque se veía que él vivía ahí, que conocía todo, que sabía que yo tenía que tomar ese medicamento
.
Caminó hacia la habitación delante de mí y cuando comenzó a desvestirse me di cuenta de que ahí estaban sus cosas, un lugar donde había otro portafolios, sus zapatos dentro del closet, luego entró al baño y yo ya completamente boquiabierta me senté en la cama.
Entonces volvió se acostó y me llamó a su lado, ven ya es tarde, ah! no sabes lo que me pasó, encontré a una mujer que era idéntica a ti.
Sin entender absolutamente nada y casi sin habla me dormí junto a él como nunca / como siempre y pensé que fuera como fuera, iba a quedarme abrazada a ese hombre que me ofrecía una vida que yo estaba esperando.

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