jueves, 13 de junio de 2013


Las cornadas al corazón no son más que incómodas llagas al lado del peso de las ausencias irremplazables, los dolores de veras, las distancias insalvables y el tiempo implacable que se come cada sílaba con prisas. Las cornadas al corazón me permitieron descubrir que hay un montón de corazones entrañables que laten precisamente para que no deje de latir el mío.



Jorge F. Hernández

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