viernes, 19 de marzo de 2010



Una tarde después de clases en Montepelier,
Mario y yo fuimos al super.

Tomé esta foto
porque aunque no me gusta comer cebolla,
me gusta verlas cuando nos regalan estos colores
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2 comentarios:

Irma Valeriano dijo...

es que las cebollas no se comen, querida Kikey, sino que participan como invitados en la condimentación: entran y traen su encanto a la comida, y sin ellas nadie sabría ni quién es quién en la sociedad del menú. La cebolla con el ajo,las hierbas, la sal y las especias, son -sin ánimo de blasfemar chin chin- como el espíritu santo: una presencia invisible sin la cual la vida no se da. Prueba un consomé, una sopa, un guiso sin alguno de estos elementos y entenderás que la vida es imposible sin ellos... oh, gran verdad :-)

Familia Avila Flores dijo...

Hola, pasaba a visitar tu blog y me encontré con las cebollas... Cómo me hizo recordarme el día que me propuso matrimonio Alfredo... ese día, íbamos en el coche hacia León y obviamente él iba bien nervioso y repasando las palabras, mientras yo contemplaba el camino ignorando lo que pasaría. Entonces nos emparejamos con un camión que cargaba unas cebollas. Unas hermosas cebollas! Y lo comenté en voz alta: "qué lindas cebollas!" (y eran realmente muuuuy bonita esa carga de cebollas :)
Ya de regreso a Qro. y habiendo pasado el acontecimiento del anillo, no dejé de recibir carrilla sobre el hecho de que yo duré hablando sobre las cebollas un buen rato mientras él se comía las uñas de los nervios por lo que estaba a punto de hacer...
Así que digo, qué lindas cebollas!!