martes, 24 de noviembre de 2015


DETENERSE PARA AVANZAR
Por Óscar de la de la Borbolla


Uno ve y considera que ya ha mirado lo suficiente, que observar es un esfuerzo que la mayoría de las cosas no merece. Uno no observa, no escudriña, no escruta. Uno va por ahí sin siquiera fijarse pues pasa la vista como un plumero por la superficie de las cosas y le basta con eso, lo da por bien visto. Detenerse a contemplar es aburrido, para qué más si uno ya se lo sabe. Se vive con prisa, con prisa por pasar a otra cosa, “avidez de novedades”, la llamaba Heidegger hace más de medio siglo (…)

Hace más de cuarenta años que, por primera vez, leí y pensé la sencillísima sentencia de Heráclito que dice: “La admiración (thauma) es el origen de la filosofía”. Lo que entendí entonces me sigue resultando válido: cuando miramos el mundo llevamos tanto tiempo acostumbrados a él que nos resulta consabido y, por eso, sólo cuando lo miramos de cerca (ad-miramos) es que descubrimos algo inquietante en él y esta extrañeza es la que nos mueve a filosofar.

La admiración es el origen de la filosofía” encierra la gran clave de la generación del conocimiento, el thauma es, de hecho, el camino que ha posibilitado todos los conocimientos que el ser humano ha conquistado y que no son sino el fruto de no haber pasado por alto un pequeño indicio, un leve síntoma, eso que por haber estado ahí regularmente no se nota.

(…) la pregunta más urgente es ¿qué no vemos a causa de la prisa que traemos? ¿De qué nos perdemos por considerar que ante nosotros todo es consabido? Y en segundo lugar, ¿qué podrán descubrir quiénes ven sin mirar, sin observar, sin escrutar, aquellos que se contentan con el dato fácil que arroja la web y ya tienen prisa por buscar otro dato? Y una última pregunta: ¿la educación hoy despierta la atención, la concentración, la ad-miración en los educandos?


(Fragmentos)

No hay comentarios.: