miércoles, 29 de diciembre de 2010


La voz del poeta necesita no simplemente ser el recuerdo del hombre, deber ser uno de los pilares esenciales que lo ayuden a resistir, a prevalecer...



William Faulkner

martes, 28 de diciembre de 2010


Este olvido no logro recordarlo. Sólo sé que alguna vez hubo alguien, pues un día hallé en el cajón secreto de mi escritorio, donde guardo mis cosas más queridas, un cepillo de dientes color lila. El hallazgo me dejó desconcertado, pues ese cajón no sólo está con llave, sino oculto de manera tan discreta que nadie es capaz de notar su existencia. (...)
¿Qué hacía ahí - entre los tepalcates de mi arqueología - ese cepillo de dientes? ¿por qué estaba envuelto en un pañuelo como un fetiche y no aventado con descuido como todo lo demás? ¿De quién era? (...) Por el color lila supongo que fue de una mujer, y supongo que vivió conmigo y que fue importante; pero no la recuerdo, no recuerdo nada. El cepillo sigue en mi cajón secreto, no sé por qué decidí conservarlo si no me dice nada; pero ahí está y ahora me habla del olvido.



Oscar de la Borbolla
fragmentos de "Olvidos"
del libro LA LIBERTAD DE SER DISTINTO

viernes, 24 de diciembre de 2010


Juan, Lupe, Miguel,
Jesús, María, José
good saints and neighbors.


Lulu Torbet y Leah Feldon
Gringo Haiku

Liniers

martes, 21 de diciembre de 2010


Manda tu aroma

con el viento del este,
flor del ciruelo,
y aunque no tengas dueño,
piensa en la primavera.



Sugawara no Michizane
Luna en la Hierba



lunes, 20 de diciembre de 2010



EL VERDE, en Río Tinto, España


Natalia Martínez estuvo de visita
en Río Tinto, un río costero del sur de España
que discurre a lo largo de la provincia de Huelva, Andalucía
y desemboca en el océano Atlántico.
Me envió muchas fotos de ese espectacular lugar
pero ésta me llamó la atención,
porque como la foto de Simon
también parece una pintura, y no,
es un momento capturado por Natalia.


Apolonio


Carmen salió a abrir y era Apolonio.

--Ya sé que llego tarde, cariño. Me he liado en la oficina.

--Pero hombre, usted otra vez… dijo Carmen apenada y, suspirando, lo dejó pasar.

Apolonio la besó en la mejilla y, mientras la puerta se cerraba, preguntó por los niños.

Quince minutos después, como siempre, vinieron por él los del psiquiátrico.




Rubén Abella



No se puede escribir si se está triste,

el oficio se atasca, predomina la línea pedregosa
por la que no puede fluir ni una palabra cierta,
el paisaje es escombro de nombres sin sentido
y los ojos erráticos no se pueden fijar en cosa alguna,
transcurre un coche despacio
por el siglo pasado de la ventana
y se lleva arrastrando la poca magia que la imaginación,
sirvienta remolona del deseo, estaba queriendo construir
y queda sólo un tiradero de añicos vidriosos y salados,
no hay nada tan triste como un poeta triste
tratando de escribir en su tristeza.



Alejandro Aura
Poema triste


miércoles, 15 de diciembre de 2010


Oculta ala de ave, leve
como una sola pluma. ¡Ala,
pósate en mi corazón,
y sea por fin la música!


José María Izarra

domingo, 12 de diciembre de 2010



Esta imagen parece una pintura,
pero es una foto que tomó Simon Scardifield
en su reciente visita a Oaxaca.
¡Qué belleza!

miércoles, 8 de diciembre de 2010


Se me olvido que te olvidé
se me olvido que te dejé
lejos
muy lejos
de mi vida,
se me olvido que ya no estás
que ya no me recordarás
y me volvi
ó a sangrar la herida.

(Y la verdad no sé por qué
se me olvido que te olvid
é
a mí que nada se me olvida.)


Bebo Valdés
Se me olvidó que te olvidé
(fragmentos)


martes, 7 de diciembre de 2010


El territorio estéril palpita jugoso,
qué ironía...
a la espera dormita el corazón
y en los labios reposa
una y otra vez
la absurda nostalgia.




Marcia Trejo


sábado, 4 de diciembre de 2010


Un montón de palabras es lo que me queda
para llorar tu amor,

pero de repente lo único que veo
es una parvada de signos

que mientras emigran,
me dejan sola
, callada e inmovil.


kikey

El ardor

Nicolás hundió los labios en el cuello de Dulce María y, empujándola hacia un rincón del portal, intentó otra vez tocarle los pechos.
- ¡Basta! -exclamó ella, apartándolo.
- ¿Qué pasa? ¿Es que no me quieres?
-Claro que te quiero. Lo que pasa es que aquí puede vernos cualquiera.
- Pues vámonos a otro sitio.
- No tenemos otro sitio.
- Hay una pensión aquí cerca.
- Ya te he dicho que de pensiones nada. Y menos para nuestra primera vez. (...) Además, yo no sé qué prisa te ha entrado.
- Vale, vale - dijo Nicolás, abrazándola.
Luego pensó: "No es justo". Y lo intentó de nuevo.



Rubén Abella
Los ojos de los peces

viernes, 3 de diciembre de 2010


Se fue el otoño:
con el viento las hojas
se desprendieron.
Los montes están solos.
Ha llegado el invierno.



Minamoto no Sanetomo