I.
Todo el día las horas me regalan prisas, risas, trabajo, afectos, sorpresas, cuentos, poemas, haikús, comidas sabrosas, gestos amables, gestos indiferentes y alguna que otra cosa que me desagrada (de los otros y de mí misma).
II.
Luego llega la noche y aunque viene con sus horas y minutos, me parece que mezcla todo en un remolino que puedo ver desde fuera y al que de repente me deslizo.
Girando dentro también veo a esa persona que de modo irresponsable tuvo el atrevimiento de entrar a mi corazón. Lo veo dentro y fuera del remolino. Unas veces porque yo quiero meterlo, otras veces porque él quiere entrar y otras porque ese remolino de algún modo, es también pura mágica confusión.
Todo el día las horas me regalan prisas, risas, trabajo, afectos, sorpresas, cuentos, poemas, haikús, comidas sabrosas, gestos amables, gestos indiferentes y alguna que otra cosa que me desagrada (de los otros y de mí misma).
II.
Luego llega la noche y aunque viene con sus horas y minutos, me parece que mezcla todo en un remolino que puedo ver desde fuera y al que de repente me deslizo.
Girando dentro también veo a esa persona que de modo irresponsable tuvo el atrevimiento de entrar a mi corazón. Lo veo dentro y fuera del remolino. Unas veces porque yo quiero meterlo, otras veces porque él quiere entrar y otras porque ese remolino de algún modo, es también pura mágica confusión.
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