Te esperaba en el alambre del día,
comiendo latidos
sofocando el grito de los huesos.
A veces, sin embargo,
cuando las poleas levantaban relámpagos
y la noche sabía a almacén,
callaba.
comiendo latidos
sofocando el grito de los huesos.
A veces, sin embargo,
cuando las poleas levantaban relámpagos
y la noche sabía a almacén,
callaba.
Eduardo Moga
Poema XIV (fragmento)
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