he muerto muchas veces
creyendo y esperando, esperando
en una habitación
contemplando un cieloraso agujereado
esperando la llamada, una carta, un golpecito, un sonido...
volviéndome salvaje adentro
Charles Boukowski
fragmento de "Fuera de los brazos de un amor..."
Versión de Rafael Díaz Borbón
domingo, 30 de septiembre de 2012
Cisne de primavera
También en primavera mueren los cisnes
y ahí flotaba
muerto un domingo
girando de lado
en la corriente
y fui hasta la rotonda
y distinguí
dioses en carros,
perros, mujeres
que giraban,
y la muerte
se me precipitó garganta abajo
como un ratón,
y oí llegar a la gente
con sus canastos de camping
y sus risas
y me sentí culpable
por el cisne
como si la muerte
fuese algo vergonzoso
y me alejé
como un idiota
y les dejé
mi hermoso cisne.
CHARLES BUKOWSKI
Versión de Rafael Díaz Borbón
También en primavera mueren los cisnes
y ahí flotaba
muerto un domingo
girando de lado
en la corriente
y fui hasta la rotonda
y distinguí
dioses en carros,
perros, mujeres
que giraban,
y la muerte
se me precipitó garganta abajo
como un ratón,
y oí llegar a la gente
con sus canastos de camping
y sus risas
y me sentí culpable
por el cisne
como si la muerte
fuese algo vergonzoso
y me alejé
como un idiota
y les dejé
mi hermoso cisne.
CHARLES BUKOWSKI
Versión de Rafael Díaz Borbón
domingo, 23 de septiembre de 2012
Levanto
la cara y camino, no me importa si tropiezo y me rompo la boca. No me
importa mirar el suelo sino pa’ arriba, estoy cansada de mirar hacia
abajo (perdona que disienta, querido José Alfredo).
(...)
Miro un
cielo como desgarrado, como roto, como agrietado con esas grietas por
donde entra la luz, como las grietas del alma. Qué país tan vivo, qué
suerte poder respirarlo cada día. Me da por pensar que los que nacimos
mexicanos es porque estamos hechos para sentir intensamente.
Alma Delia Murillo.
SINEMBARGO.MX
miércoles, 19 de septiembre de 2012
Yo lector, acepto tus mentiras siempre y cuando tú, contador
de historias, me mantengas en vilo, me lleves a vivir nuevas experiencias, me
conduzcas a sitios ignotos, me emociones, me sacudas o me exaltes. Éste es el
pacto y, si alguno de los dos lo quebranta, el juego pierde sentido y concluye
con el mismo desasosiego que nos embarga al ser bruscamente arrancados de un sueño.
Jorge Volpi
Leer la mente
martes, 18 de septiembre de 2012
En la era de las identidades mutables, mis manías se ven obligadas a transmutar. Y a permanecer ocultas, habitando esa vida paralela que no muestro. Gracias a ellas, puedo ser una persona convencional. Una mujer de tantas, diríamos. Toda mi excentricidad se la dejo a ese acto propiciatorio que es muchos preámbulos, todos distintos y tendientes a un fin común. Ahí es donde se realiza lo que soy o lo que querría ser o lo que a veces me veo obligada a ser, aunque no quiera.
Rosa Beltrán
Rosa Beltrán
sábado, 15 de septiembre de 2012
Inventario de lugares propicios al amor
Son pocos.
La primavera está muy prestigiada, pero
es mejor el verano.
Y también esas grietas que el otoño
forma al interceder con los domingos
en algunas ciudades
ya de por sí amarillas como plátanos.
El invierno elimina muchos sitios:
quicios de puertas orientadas al norte,
orillas de los ríos,
bancos públicos.
Los contrafuertes exteriores
de las viejas iglesias
dejan a veces huecos
utilizables aunque caiga nieve.
Pero desengañémonos: las bajas
temperaturas y los vientos húmedos
lo dificultan todo.
Las ordenanzas, además, proscriben
la caricia (con exenciones
para determinadas zonas epidérmicas
–sin interés alguno–
en niños, perros y otros animales)
y el “no tocar, peligro de ignominia”
puede leerse en miles de miradas.
¿A dónde huir, entonces?
Por todas partes ojos bizcos,
córneas torturadas,
implacables pupilas,
retinas reticentes,
vigilan, desconfían amenazan.
Queda quizá el recurso de andar solo,
de vaciar el alma de ternura
y llenarla de hastío e indiferencia,
en este tiempo hostil, propicio al odio.
Son pocos.
La primavera está muy prestigiada, pero
es mejor el verano.
Y también esas grietas que el otoño
forma al interceder con los domingos
en algunas ciudades
ya de por sí amarillas como plátanos.
El invierno elimina muchos sitios:
quicios de puertas orientadas al norte,
orillas de los ríos,
bancos públicos.
Los contrafuertes exteriores
de las viejas iglesias
dejan a veces huecos
utilizables aunque caiga nieve.
Pero desengañémonos: las bajas
temperaturas y los vientos húmedos
lo dificultan todo.
Las ordenanzas, además, proscriben
la caricia (con exenciones
para determinadas zonas epidérmicas
–sin interés alguno–
en niños, perros y otros animales)
y el “no tocar, peligro de ignominia”
puede leerse en miles de miradas.
¿A dónde huir, entonces?
Por todas partes ojos bizcos,
córneas torturadas,
implacables pupilas,
retinas reticentes,
vigilan, desconfían amenazan.
Queda quizá el recurso de andar solo,
de vaciar el alma de ternura
y llenarla de hastío e indiferencia,
en este tiempo hostil, propicio al odio.
Ángel González
jueves, 13 de septiembre de 2012
lunes, 10 de septiembre de 2012
domingo, 9 de septiembre de 2012
Me preparo para salir a la calle,
porque en algún lugar
hay que esconderse.
porque en algún lugar
hay que esconderse.
Kikey (Marcia Trejo)
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CORRELEEIDILE 2,
LO QUE ESCRIBO
Te quedaste dormida sin decir nada, sin
preocuparte por mí, y en aquella total indiferencia, en aquel ofrecerme
la espalda desnuda, encontré más amor que el que había hallado en toda
mi puñetera vida de arrumacos y de mujercitas piadosas que me
abullonaban las almohadas y me cubrían de colchas con su cariño
maternal. Esa noche me acuclillé a tu lado, me acomodé hecho un ovillo y
estuve tiritando de frío con la cara a poca distancia de tu sexo.
Oscar de la Borbolla
jueves, 6 de septiembre de 2012
Es
inquietante que existan flores tan antiguas que, sin embargo, renacen en cada
estación. Y un día, por primera vez, nos asombren. Uno de los misterios de la
continuidad de la vida se agita en las flores y en los estremecimientos que nos
comunican. Imagen fiel de nuestra posición en el mundo, las flores salvajes, su
fugacidad y su tenacidad sirven algunas veces para describir a los amantes.
Cada paisaje, cada flor extraña es una historia de pasiones a punto de
desencadenarse. Paisaje es deseo.
Alberto Ruy Sánchez
Es inquietante que
existan flores tan antiguas que, sin embrago, renacen en cada estación. Y
un día, por primera vez, nos asombren. Uno de los misterios de la
continuidad de la vida se agita en las flores y en los estremecimientos
que nos comunican. Imagen fiel de nuestra posición en el mundo, las
flores salvajes, su fugacidad y su tenacidad sirven algunas veces para
describir a los amantes. Cada paisaje, cada flor extraña es una historia
de pasiones a punto de desencadenarse. Paisaje es deseo.
Este contenido ha sido publicado originalmente por SINEMBARGO.MX en la siguiente dirección: http://www.sinembargo.mx/opinion/06-09-2012/9320. Si está pensando en usarlo, debe considerar que está protegido por la Ley. Si lo cita, diga la fuente y haga un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. SINEMBARGO.MX
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Es inquietante que
existan flores tan antiguas que, sin embrago, renacen en cada estación. Y
un día, por primera vez, nos asombren. Uno de los misterios de la
continuidad de la vida se agita en las flores y en los estremecimientos
que nos comunican. Imagen fiel de nuestra posición en el mundo, las
flores salvajes, su fugacidad y su tenacidad sirven algunas veces para
describir a los amantes. Cada paisaje, cada flor extraña es una historia
de pasiones a punto de desencadenarse. Paisaje es deseo.
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