TRAVESÍA
El día estaba un poco nublado, pero aún así habría que navegar, surcar el mar para acariciarlo y alisar sus exabruptos.
De cualquier forma era necesario para que no se levantaran olas alocadas que lo hicieran ver revuelto.
El marinero se alistó y comenzó el viaje y de alguna manera ese mar tomó forma sosegada, dejó de ser una ensortijada envejecida y grisácea cabellera para volverse viento que intenta en su vaivén, acariciar el cuerpo y la esperanza.
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Marcia Trejo "Kikey"
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