...esa noche el automóvil no arrancó, así que encendí mis manos. Recorrí sin rumbo la carretera de su piel. La calle era una fiesta; toda iluminada; mas los semáforos no servían, así que hice caso a sus suspiros. Dí giros a la izquierda; atajos sin previo aviso; pendientes de subida, y vueltas en "u" con rechinido de dedos. No fueron los kilómetros/hora sino besos/lunares como recorrí "Corpus", la ciudad de mi amada...El auto estaba desvielado tanto como mis manos, pero hicieron una buena noche.
Edén Rojas
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