Siempre
te pienso sentada en el andén de una habitación,
esperando
desnuda atravesar el páramo de cualquier noche,
en un tren sin
reposo, viajando en la penumbra.
Te veo fumando
un cigarrillo negro,
altiva y
desolada,
un bourbon con
hielo en las manos,
como si entre
tus piernas
el mundo no
tuviera más valor
que el dolor
de la carne
o la ausencia
programada de un día de fiesta.
Fernando Sarrías
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