martes, 31 de enero de 2017

El amor

Las palabras son barcos
y se pierden así, de boca en boca,
como de niebla en niebla.
Llevan su mercancía por las conversaciones
sin encontrar un puerto,
la noche que les pese igual que un ancla.

Deben acostumbrarse a envejecer
y vivir con paciencia de madera
usada por las olas,
irse descomponiendo, dañarse lentamente,
hasta que a la bodega rutinaria
llegue el mar y las hunda.

Porque la vida entra en las palabras
como el mar en un barco,
cubre de tiempo el nombre de las cosas
y lleva a la raíz de un adjetivo
el cielo de una fecha,
el balcón de una casa,
la luz de una ciudad reflejada en un río.

Por eso, niebla a niebla,
cuando el amor invade las palabras,
golpea sus paredes, marca en ellas
los signos de una historia personal
y deja en el pasado de los vocabularios
sensaciones de frío y de calor,
noches que son la noche,
mares que son el mar,
solitarios paseos con extensión de frase
y trenes detenidos y canciones.

Si el amor, como todo, es cuestión de palabras,
acercarme a tu cuerpo fue crear un idioma.




Luis García Montero

viernes, 27 de enero de 2017


Hopeful gringo hordes
cross the guarded border to
Seek a better life.



Lulu Torbet y Leah Feldon
Gringo Haikú


My fellow writer friend Leah Feldon and I were desperate to come up with something for the first San Miguel Authors Anthology, but we hadn’t been in San Miguel long enough to have written anything about it. Sitting around over a couple rounds of tequila, we wrote a piece on ‘Gringo Haiku,’ based on the traditional Japanese poem form of 17-syllables, in lines of 5-7-5, about the vagaries of San Miguel gringo life, with a faux-academic introduction. It got great laughs, so we turned it into a little book. 

Lulu Torbet



jueves, 26 de enero de 2017

J.Sifuentes P
“LEER A LOS AMIGOS”
Por Nivardo Trejo
#CarmenVilloro


            Dice Carmen Villoro en el prefacio de LEER A LOS AMIGOS que “la presentación de un libro es una acción eminentemente afectiva” y yo lo suscribo aquí ahora mismo. Desde que Carmen Villoro abrió mi clase de Literatura Contemporánea y Sociedad con su texto poético Obra negra, en el verano del 2011, ella y yo comenzamos una intensa y hasta íntima amistad, aunque se esté apenas ahora enterando. En aquel momento ella me dijo al oído que “las palabras que nunca llegaron a la última versión tal vez eran mejores [porque] Tienen la gracia de las cosas perdidas: la puerta que no abrimos, el amor olvidado”. Luego nos vimos la cara en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara en el 2015, entre la demasiada gente nos dimos un abrazo y se fue a leer sus poemas incluidos en la Antología General de la Poesía Mexicana de Juan Domingo Arguelles. En aquel fastuoso momento yo empecé poco a poco a, lo que ella llamaría, “Memorizar lo que no fue [a] recordar lo que será”. Por eso suscribo que presentar un libro es una acción afectiva: en pasado y en futuro. 

De mi lectura de LEER A LOS AMIGOS me nace una pregunta y luego otra: ¿De qué sensibilidad proviene un libro que contiene textos que hablan de otros libros y de otros autores? ¿Acaso no es éste un gesto de humildad y de puro goce por compartir? Me siento en medio de un proceso narrativo que imbrica a otras narraciones de forma análoga a LAS MIL Y UNA NOCHES de Abu Abd-AllahMuhammad, o bien, a INCEPTION [El origen] de Christopher Nolan. De repente me encuentro leyendo la ágil y poética pluma de Carmen Villoro y al mismo tiempo conozco y reconozco a Hugo Gutiérrez Vega, a Jorge Esquinca, Mónica Ornelas o Ricardo Yáñez. 

LEER A LOS AMIGOS funciona como una ventana, un anzuelo o un trampolín. En los tres casos lanza al lector por todo lo alto y lo lleva a encontrarse con otros universos narrativos, diferentes sensibilidades, distintas propuestas. Es una suerte de hipertexto que le propone al lector elegir su camino de entre varios posibles. Así pues, tú lector, puedes tomar atajos o trayectos más largos, puedes elegir al azar o puedes seguir la ortodoxa práctica de ir de la mano del índice.  Puedes hacer prácticamente lo que quieras. Hasta dejar de leerlo y regresar sin preocupaciones para continuar con nuevas rutas. 

LEER A LOS AMIGOS es un artilugio que dialoga con las nuevas formas de enfrentarse a un texto. Comparte características con el relato digital, por ejemplo: Vincula autores, inserta textos originales, manipula conceptos, genera hipervínculos. Sólo falta darle un clic a alguna palabra para que se abra de manera tridimensional su definición. De esta manera, las letras de Carmen Villoro funcionan como un laberinto de 57 puertas que abren posibilidades y pasadizos secretos. ¡Qué fascinante libro análogo, pero con espíritu digital!

Carmen Villoro en su afán alquímico presenta en frasquitos como capítulos, invitaciones seductoras, caricias textuales, guiños provocadores hacia la obra de sus amigos. 
A través de esta mística, tú lector-lectora, vas a enterarte que VENIR DEL AGUA, texto de Karla Santodomingo “es un oleaje preciso que baña el interior y rompe en la orilla del lenguaje”. Que “Elenita [Elena Méndez] busca por primera vez en la vida el bien para sí misma” con su texto BOTANA VIRIL. O bien, encontrarás que el tema de ‘los amigos’ aparece en BUSCADO AMOR de Hugo Gutiérrez Vega y que junto con la idea de El “nosotros” son constantes en la poesía del autor, y como muestra un botón:
Éramos pequeños frutos
Demasiado verdes 
Y ya desprendidos de las ramas.

Éramos grandes preguntas 
Absortas en la noche.

Éramos el rescoldo de la hoguera,
Los enrojecidos restos
De una antorcha.

Y Así, andar con la mirada y los sentidos expuestos, las presentaciones que Carmen Villoro hizo para sus amigos, es hacer un road-trip por la carretera de 20 años de su escritura, de su poética, de su proceso creativo, de los giros de su lenguaje. Leer su prosa es como hacer una carrera xtrail. Es decir, “correr fuera de pista” de la pista del poema y enfrentarse a senderos de montaña, huellas, rastros o caminos secundarios. Yo que soy un lector intrépido, o de eso al menos me jacto, leer el devenir de la escritura de Carmen Villoro ha sido cruzar arroyos y ríos, con grandes trepadas y abruptas bajadas.  

No quisiera ser un ‘spoiler’ del contenido, los textos o los autores que incluye esta obra. Quiero ser lo que ella fue para sus amigos: un puente, una enramada o un par de alas, para llevarlos a ustedes lectores, a formar parte de este andamiaje de amistades que saben de los placeres de compartir la literatura. 


martes, 24 de enero de 2017


 Quino

Silvia Ruiz Tresgallo 

Universidad Autónoma de Querétaro 
Doctora en letras hispánicas por The Pennsylvania State University 
Otoño 2016, Querétaro, México
Presentación del libro Leer a los amigos 
de Carmen Villoro 
#CarmenVilloro

La colección de reseñas y notas introductorias Leer a los amigos (2015) de Carmen Villoro celebra el resultado de “veinte años de amistad y lectura” (7). Villoro pasea por los comentarios y presentaciones realizadas por ella misma sobre las obras de sus colegas de profesión, los creadores que como ella practican el ejercicio reiterado de la escritura y, por qué no decirlo, de la lectura. En esta recopilación compleja y fascinante, la poetisa y narradora mexicana nos acerca a la obra de Ricardo Yáñez (el cual aparece al principio y al final de este libro), Virginia Arreola Zúñiga y Jorge Esquinca, entre otras muchas voces. Carmen Villoro, creadora y psicoanalista, nacida en ciudad de México, pero afincada en Guadalajara, recorre caminos formados por un mundo de letras y afectos en un diálogo en que los textos y no los autores (como ella misma indica) hablan entre sí. Esta colección, rica en matices sensoriales, envuelve al lector en el lenguaje hipnótico y extrañamente cotidiano de un pasado constituido por aquellos pasajes que se han recorrido ya, pero que al ser unidos por primera vez en un solo volumen, adquieren nueva vida y presencia.

Cuando las escritoras Aurora Velasco y Kikey Trejo me invitaron a realizar esta presentación sobre una autora que escribe sobre otros escritores no pude evitar pensar en uno de los conceptos de Roland Barthes, “La muerte del autor.” Si como argumenta el filósofo y ensayista francés la escritura es un lugar neutro donde acaba por perderse toda identidad. Si la unidad del texto no está en su origen, sino en su destino, y éste ya no puede ser personal. Si el lector es ese destino del texto que mantiene reunidas en un mismo campo todas las huellas que constituyen el escrito. ¿Qué sucede cuando el lector es al mismo tiempo creador? ¿Cómo influye la práctica del ejercicio escriturario al acercarse a las obras de quienes comparten tal labor? Estas disquisiciones, que quizás me afectan particularmente por ser académica, me llevaron a pensar no tanto en el análisis del libro en sí, sino en el acercamiento del creador, aquel que como Carmen conoce los recovecos, problemáticas y glorias del espacio en blanco.

Desde un principio, Carmen Villoro, se posiciona como autora y no como crítica. Su objetivo no es juzgar o calificar la labor del otro. Todo lo contrario, la escritora mexicana pretende contagiarnos de un hechizo del que ella misma es víctima, y este encantamiento no es otro que la fascinación por la lectura. Este sentimiento quijotesco que probablemente compartimos muchos y muchas de los que nos encontramos hoy aquí, la lleva a un objetivo, el de abrirse a una experiencia emocional que contagie al público. 
Sin duda, Leer a los amigos, logra crear puentes imaginarios en que el lector, que de alguna forma somos todos, explora y participa en un diálogo incesante que construye el texto. A lo largo de las reseñas, la autora se nos revela en distintos cuerpos y pieles que forman parte de su identidad. 

La lectura de la Carmen Villoro psicoanalista resulta una presencia permanente ya que se nos manifiesta como una ávida lectora de emociones. Por ejemplo, mientras reflexiona sobre la obra de Ricardo Yáñez en su reseña “Dejar de ser” afirma llegar a comprender la razón para la tristeza del poeta a través de la conmoción que provoca en el autor su propia voz. Como expresa la narradora: 

Ricardo Yáñez llora. Sus amigos nos angustiamos, nos preocupamos, le regalamos amuletos, le hacemos postres. Nada funciona. ¿Por qué llora Ricardo? Después de algún tiempo de conocerlo he llegado a la conclusión de que Ricardo no llora por tristeza, mucho menos por vanidad. Como buen poeta clásico, el creador se conmueve no ante sus propias palabras, sino ante la presencia insólita de la poesía en su voz. Podríamos decir que el árbol se deshoja. O con mayor precisión: que se da cuenta de que es árbol, y se deshoja. (11) 

En el caso del “Elogio del libro” dedicado a Jorge Esquinca, se nos desvela la Carmen lectora compulsiva que entiende el texto literario como un viaje lleno de aventuras sorpresivas e inesperadas. La autora asegura con rotundidad: 

TODO LIBRO ES UN LIBRO DE AVENTURAS. Se trate de un ensayo, de un conjunto de poemas, de una novela policiaca, de un cuento de hadas. El lector que abre la primera página se convierte de inmediato en el protagonista a quien las imágenes y las palabras le irán presentando una serie de desafíos que él, acompañado del amuleto de la curiosidad y de la buena estrella que otorga el abandono, irá venciendo. En su volumen de ensayos poéticos Elogio del libro, Jorge Esquinca le da una categoría sublime al ejercicio de la lectura, al que, junto a Michel Tournier, considera “un milagro” y le devuelve al lector su lugar justo: él es el otro autor sin el que el libro no existe verdaderamente. El elogio de la lectura es un acto de gratitud. Todo escritor ha sido un buen lector. (71) 


Aludiendo de forma indirecta a Barthes, Carmen Villoro nos descubre una verdad suprema: el lector resulta finalmente el otro autor del texto sin el cual la palabra pierde voz y sentido. Es decir, siempre hay un texto a la búsqueda de un lector. Quizás, a nivel personal, la reseña más emocionante y conmovedora resulta la dedicada a las escritoras queretanas e intitulada “Nosotras y las palabras”. Carmen Villoro corrobora un hecho que los que tenemos el privilegio de vivir en esta ciudad conocemos hace tiempo: “en Querétaro hay mujeres que escriben” (127). Como expresa el lenguaje de Villoro, los textos de estas damas se inspiran en la observación y la práctica de la cotidianidad en un territorio conocido pero a veces hostil. Podríamos decir que las escritoras son también soldados que desde su trinchera luchan por conquistar un tiempo que ⎯ debido a las responsabilidades familiares, laborales y comunitarias ⎯ parece no pertenecerles por pleno derecho. La escritura se convierte entonces en un tipo de burbuja temporal que permite a la mujer crear su propio espacio para recuperarse a sí misma, confrontar sus traumas y sanar las heridas. La celebre autora se identifica con sus compañeras al declarar: 

 Las imagino escribiendo sus textos ⎯ como yo escribo ahora ⎯ en la mesa de la cocina, mientras los hijos duermen; o en un café escuchando la lluvia que moja a los transeúntes; o apuntado una idea, un verso, alguna imagen, en la nota del súper o atrás de una receta, como lo hacía Emilie Dickinson, robando pedacitos de tiempo a las responsabilidades del trabajo, aplazando la ida a la tintorería, rescatando el espacio de espera del amante que nunca llegó, traicionando los compromisos sociales del marido. Escriben como pueden, cuando pueden, se inspiran en el tráfico, en la sala de espera del doctor, en las cicatrices de la ciudad que recorren diariamente, en la cama insomne y solitaria. Escriben porque la escritura es una herida que drena otras heridas, porque han descubierto que la palabra es una forma de dar imagen a lo vivido y de dar vida a lo imaginado, porque saben que la literatura es una mejor manera de habitar el mundo. (127) 

Aquí vemos a una Carmen comprometida con el género y con la labor de las mujeres escritoras que debido a sus cargas profesionales y familiares arañan horas al sueño y a los quehaceres diarios para verse a través de sus propios ojos por medio de la creación literaria. 

En resumen, Carmen Villoro ofrece una colección de reseñas que transporta al lector a mundos literarios, los de sus amigos y colegas de profesión. Sus notas poseen una gran variedad temática acompañada de una reseñable calidad técnica. La creadora y psicoanalista captura en sus comentarios espacios recuperados que hablan entre ellos en un dialogo abierto que debe continuar el lector. El mundo de los afectos, la cotidianidad y la autorreflexión ⎯ sobre la labor tanto del escritor como del lector ⎯ producen el tejido que hila gran parte de los relatos. El estilo de Villoro es impecable, con el uso de un lenguaje sencillo y asequible pero con metáforas e impresiones de gran profundidad. Sus reseñas, organizadas y escritas de forma magistral, no desaparecen una vez leídas sino que dejan una huella y abren un espacio para la introspección. El lector queda hechizado y saborea cada palabra como un dulce exquisito que se deshace lentamente en el paladar.

martes, 17 de enero de 2017

EDUCACIÓN DE PRÍNCIPE


Los cronopios no tienen casi nunca hijos, pero si los tienen, pierden la cabeza y ocurren cosas extraordinarias. Por ejemplo, un cronopio tiene un hijo, y en seguida lo invade la maravilla y está seguro de que su hijo es el pararrayos de la hermosura y que por sus venas corre la química completa con aquí y allá istas llenas de bellas artes y poesía y urbanismo. Entonces este cronopio no puede ver a su hijo sin inclinarse profundamente ante él y decirle palabras de respetuoso homenaje.

Julio Cortázar
nos elegimos viento
para deambular
por ciudades oscuras
a medianoche
y desprender sin pudores
las vestiduras del paisaje

ingenuos e ignorantes
nos elegimos viento



fragmentos de un poema de 
María Plugiese

jueves, 5 de enero de 2017

Como el propio Oída sostiene en un pasaje de su libro "Un actor a la deriva*, si uno camina siempre mirando hacia arriba son los sentimientos de trascedencia los que vienen, las preguntas sobre los misterios de la vida; si uno camina con la mirada al piso es la cauda de problemas domésticos lo que lo invade, el hambre, el sexo, el dinero. De entre todos los seres del planeta - dice- sólo el hombre decidió erguir la espalda, y es el actor que lo representa el encargado de reunir la tierra con el cielo. Un actor a la deriva* #YoshiOída Tr. Rodolfo Obregón

martes, 3 de enero de 2017


Cayeron juntos
el fruto maduro
y el pájaro herido. 


Umberto Senegal
                                                                                                               Por Liniers
«Oren en enero». 
No es una recomendación. 
Es un palíndromo.



@LuisBecerraO

domingo, 1 de enero de 2017


                                            Una mañana de diciembre 
                  tuve la oportunidad de ver esta nochebuena 
                      y tomarle una foto. Qué linda mañana.
                                                 La risa recoge para mí
                                                 las flores que no alcanzo.

                                                                                              Consuelo Tomás

Río a carcajadas
¿por qué no?
reír es una forma
de soltar los animales presos en el alma.


Consuelo Tomás
Fragmento de "A veces"
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