martes, 6 de junio de 2017


CASA PRIMERA

De niña dormí en los brazos de mi abuela
como la luna en el corazón del cielo.
La cama: algodón que salió de la fruta del pochote.
Hice de los árboles aceite, y a mis amigos les vendí
como guachinango la flor del flamboyán.
Como secan los camarones al sol, así nos tendíamos sobre un petate.
Encima de nuestros párpados dormía la cruz de estrellas.
Tortillas de comiscal, hilos teñidos para las hamacas,
la comida se hacía con la felicidad de la llovizna sobre la tierra,
batíamos el chocolate,
y en una jícara enorme nos servían la madrugada.



Natalia Toledo
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