viernes, 19 de mayo de 2017


Voy a contarles esto porque es mentira. 
Una noche, quién sabe de qué año, un hombre tocó a mi  puerta. Miré por una ranura y distinguí su silueta. Lo había visto pero no lo conocía. Entre desconfiada y curiosa abrí la puerta y apenas quedamos frente a frente él me tomó la mano, se acercó y recargó su cabeza en mi hombro con ternura.

El asombro y el silencio acariciaban nuestros corazones. El desconcierto nos miraba discretamente. Así pasó quién sabe cuánto hasta que me besó.

Esa noche abrió la puerta de mi corazón y desde ese día, años y años de algunos encuentros y muchos desencuentros en los que la constante eran la sorpresa,  el deseo,  la posibilidad, los besos  y la intermitente idea de terminar con eso.
Desde entonces, cada lugar, cada momento, cada sueño, cada deseo, cada madrugada y hasta cada cansancio tienen su nombre.  Mi corazón late pero es un fantasma que espera su regreso.

Él  vuelve siempre, siempre en silencio, siempre con esos ojos de tormenta que dicen lo que no sienten, o quién sabe.
Yo he puesto doble llave a la puerta de mi alma, pero todas las noches miro por la ranura esperándolo y él vuelve y vuelve pero nunca está y nunca se queda.

Les digo que es mentira porque el misterio se ha vuelto una enredadera que nadie ha visto y porque si todo esto fuera verdad, sería todavía más difícil de creer.


Marcia Trejo (Kikey)

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