domingo, 28 de agosto de 2016

[923] 
Un libro es un corazón que sólo late en el pecho de otro.





@LuisBecerraO

viernes, 26 de agosto de 2016

EL ACTOR
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"El actor es una de las criaturas más frágiles que existen", dice Peter Brook en la película Can You See the Moon?, dedicada al trabajo de Yoshi Oida. Y, sin embargo, el contacto con un verdadero actor infunde una dimensión de enorme potencia. Tal vez la paradoja resida en que esa fuerza deriva de una capacidad de exponer la propia fragilidad, de ir más allá del miedo. Entonces se produce la metamorfosis.
Es un hecho tan poco frecuente ver a un actor. No es que falten profesionales de talento a la hora de representar un personaje. Pero no se trata de eso, sino del actor como alguien que "actúa" (lleva a cabo una acción) y con su presencia genera esa intensidad que permite olvidar las convenciones y los trucos del oficio, para proponernos una experiencia que no "representa" sino que "es".
Una de las grandes fuerzas del teatro, con sus múltiples variantes y aditamentos escénicos, consiste en esa presencia que no trata de imitar nada; capaz de transportarnos a una dimensión distinta, pero presente, concreta, íntima, donde la sorpresa y la verdad confluyen en un gesto simple y contundente, que nos hace partícipes de una realidad, no de un simulacro.



"YOSHI OIDA"
Por Javier Barreiro Cavestany

viernes, 19 de agosto de 2016


  LILA DOWNS
En tierra caliente la nieve llega en copos de colores. Sobre barquillos de galleta, la mirada esquía. No hay lagos de hielo firme, pero la lengua patina sobre duros bloques de limón. Aquí la nieve no cubre calles y tejados, se concentra en vasos donde los reflejos se tiñen de grosella. Las nevadas caen sobre todo los domingos y en los parques; los niños forman con los labios muñecos de aguapluma, los novios se convidan volcancitos de fresa y chocolate. Nieva casi siempre en primavera, cuando los habitantes tienen ganas de beberse el paisaje.




Carmen Villoro
#CarmenVilloro

martes, 16 de agosto de 2016

BUCEAR 

soy poeta: 
buceo en la sangre 

- a veces me atraganto en lo rojo 
y toco de cerca los huesos de la muerte - 

luego dejo 
que mi cuerpo vuelva 
a la superficie 

como el recién nacido 
que al respirar por primera vez 
sabe lo que deja atrás 
en el líquido que escupe 
y entra en el baile




Céline Rainoird

http://emmagunst.blogspot.mx/search/label/poes%C3%ADa%20francesa


lunes, 15 de agosto de 2016


LA VIDA EN PALABRAS
Por Óscar de la Borbolla

Cuando miro a mi perra echada en el tapete con la mandíbula encajada en el piso, en un oasis de paz beatífica no entiendo qué la inquieta; de un segundo a otro, para las orejas, ladra y su expresión de letargo muda como si hubiese advertido algo. La invito a callar con un “shist” que la apacigua y que la hace adelantar las patas y apoyar nuevamente en ellas la barbilla. Yo la miro y no entiendo.
Cuando mi perra me mira sentado en mi silla giratoria, con la nariz inclinada en la pantalla de mi tableta y en aparente paz; tampoco ella entiende por qué yo de pronto cambio de expresión y comienzo a tamborilear con los dedos en el teclado. No me dice nada, ni siquiera me lanza un ruido onomatopéyico como le hago yo; a lo más entreabre los ojos y contempla el modo como regreso a la quietud de un momento antes. Ella me ve y no entiende.
Ninguno de los dos entiende al otro y posiblemente ni siquiera cada quien a sí mismo. Yo miro las palabras que he dejado escritas, las leo, comprendo su significado y me pregunto: ¿Habrá en el mundo alguien que también quiera leerlas? ¿Alguien que sea un testigo amigo que se interese por lo que en este momento (único de mi vida, como todos) pasa por mi cabeza, baja por mis manos y queda escrito aquí? ¿Alguien que se interese en el paralelismo entre mi perra y yo? ¿Alguien que se moleste, se ofenda o se sienta burlado por el contenido absurdo de este artículo que le habrá hecho perder a estas alturas dos minutos y medio de su vida?
Releo mi confesión, miro a mi perra que sigue echada junto a mí compartiendo su vida conmigo, mientras que yo comparto nuestra vida con todo aquel que siga leyendo mis palabras hasta aquí.
¿De qué se trata esto? Se trata sencillamente de lo evidente: de retratar con palabras un instante y dejarlo aquí, para que vuelva a ocurrir cuantas veces sea leído; se trata de quitar el pretexto de una tesis o de una idea que me sirva de coartada para encontrarme con la curiosidad de un lector, o de muchos, y de enfrentar esa curiosidad con un instante mío, porque antes de escribirlo solo era mío.
Estoy, como en la foto, escribiendo esto que no es otra cosa más que un momento de mi vida; no es una reflexión como las que acostumbro, no es una idea que desenvuelvo. Es solo este rato de tamborilear en el teclado junto a mi perra. Un rato que se habría perdido para siempre si hubiera escrito otra cosa, un rato que ni yo hubiera recordado, del que ni siquiera me habría dado cuenta si no hubiera decidido escribir este autorretrato.
Ahora estoy aquí junto a mi perra y frente a un lector desconocido que cierra el círculo que me da existencia. Es un lector que sin saberlo él, ni conocerlo yo, le estoy dando existencia (esta particularísima existencia de lector de este texto) al escribir precisamente acerca de esto: de que mi perra está a mis pies, mientras yo tomo nota de lo que me está ocurriendo.
¿Y qué está ocurriendo? Pues que mi perra está tranquila y de pronto se inquieta, y que yo estoy quieto y de pronto escribo, y que ella no me entiende ni yo a ella, y que todo esto ocurre en la vitrina de este periódico virtual llamado SinEmbargo, al que ustedes se asoman, y aquí es donde está la verdadera nota: nos estamos comunicando pese a que nadie entienda nada: Ni mi perra a mí, ni yo a ella, ni usted a mi perra ni a mí. Nos hemos comunicado aunque los motivos de cada cual, incluyendo los de mi perra, sean inalcanzables. Ahí está para ustedes y para mí, y para siempre, lo que ocurrió en mi casa esta tarde.


Twitter

@oscardelaborbo

miércoles, 10 de agosto de 2016

Los balcones están siempre asomados a la calle, mirándola subir y bajar y dar vuelta en las esquinas. Mirando pasar a los señores con bastón de caoba; a los rancheros que arrastran las espuelas al caminar; a los indios que corren bajo el peso de su carga. Y a todas horas el trotecillo diligente de los burros que acarrean el agua en barriles de madera. Debe de ser tan bonito estar siempre, como los balcones, desocupado y distraído, sólo mirando.



Rosario Castsellanos
Balún Canán (fragmento)
ERNESTO EL EMBOBADO

Elena Estévez -española extremeña- era extraordinariamente elegante, exquisita. Emanaba efluvios enervantes; evidenciaba energía, espíritu. En escueto elogio: encantaba. Encontrándola empezaba el embrujo. Esto experimentó Ernesto Echegoyén, emigrante europeo, ex emperador estoniano. Enamoróse.
Encontrábase entonces Ernesto en el Ecuador, en “El Exeter”. Ella emergió en el espejo, esplendorosa, escotada, envuelta en encajes. Efectivamente estaba en escalera.
Enardecido, exaltado, Ernesto empezó espetándole exabruptamente escandaloso exordio:
¡Escaso ejemplar!
Ella, endiabladamente elástica, escapó, envolviéndolo en enigmático ensueño.
Ernesto estaba ebrio, en eclipse, en el Edén.
Elenita empezó esquivándolo. Empero enseguida entendiéronse. Escarceos en esquinas. Enternecidas epístolas. Enojos, explicaciones. Ensueños, éxtasis, etcétera.
Epílogo: enlace.



José María Méndez 

martes, 9 de agosto de 2016


lunes, 8 de agosto de 2016


 
  Habéis desobedecido mi orden, dijo el Señor a Adán y Eva. Y sin darles otra oportunidad, los despertó de golpe.

Ana María Shua

ANTIGUO CUENTO JAPONÉS


 En un antiguo cuento japonés el zorro desafía al tejón. Ambos son versados en las artes de la transformación: intentarán, por turnos, engañar a su rival.

A un costado del camino el tejón, que es piadoso, ve un templo. Adentro hay varias estatuas de Buda. Cuando está a punto de depositar su ofrenda, nota que una cola de zorro asoma desde atrás de una de las estatuas. Tirando de la cola, templo y estatuas vuelven a ser zorro.
El zorro sigue andando por el camino. Lo interrumpe el cortejo de un príncipe. Adelante va el ejército. De un empujón, un soldado lo aparta del camino. A continuación, en caballos lujosamente enjaezados, siguen los cortesanos, rodeando la litera del príncipe, que se asoma entre cortinillas de brocado. Una multitud de mendigos viene detrás, luchando por las piezas de cobre y de plata que los cortesanos arrojan. El zorro espera sin impaciencia. El último andrajoso tiene cola de tejón. Al tirar de la cola, todo el cortejo (ejércitos, cortesanos, litera, príncipe y limosneros) vuelve a ser tejón.
Entonces el zorro se transforma en antiguo cuento japonés y gana. Se invita al lector a descubrir la cola.



Ana María Shua
Cazadores de letras. Ed. Páginas de Espuma.2009

martes, 2 de agosto de 2016

El corazón inapetente llora
no acepta cariño
vomita cualquier beso
quiere amar y no puede
han llamado ya al médico de corazones
dice que no hay nada qué hacer
que queda poco tiempo
oyendo lágrimas y arrepentimientos
el alma del corazón se desprende
se eleva como un globo
le han soltado el hilo
le han desconectado la esperanza
         -el sístole y el diástole se miran quietos-.
Se velará una noche
y en el aroma a flores
se esconderá un silencio de cenizas cansadas,
de dolores
y miedos.


Marcia Trejo (Kikey)


El ser humano es un ser diseñado para no detenerse, para no tener estados acabados. El ser humano es un ser deseante por sobre todas las cosas, a la hora en que deja de desear y se sume por completo en el goce, muere. No hay manera de evitarlo, siempre nos satisfacemos y nos pasa como con el hambre física, al rato nos vuelve a dar. Esto te conduce a esta búsqueda imperfecta, pero justo esa búsqueda te permite explorar tu capacidad de confrontarte con los otros. 



Ana Clavel

Los deseos son monedas extrañas que,una vez lanzadas al aire, se cumplen conforme a designios secretos y desconocidos hasta para quien los formula.


Ana Clavel

lunes, 1 de agosto de 2016

El tiempo son las cosas que cambian
cambia la luz y se vuelve de noche
cambia el tamaño de tus ojos
cambian las 7 hasta llegar a 8
cambia tu modo de bailar
cambia tu risa
cambiamos todos

el tiempo son las cosas que cambian
se cambia el sueño
por el otro día
se cambia una página vacía
por un poema.




Eduardo Casar
(fragmentos)
de Liniers


Como el agua del río
que se junta con el agua del mar
nuestra mirada confundió sus corrientes.


Luego fueron las manos
el centro de los cuerpos
y tu respiración
se acomodó en la mía.



Eduardo Casar
(fragmentos)